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Mostrando las entradas de marzo, 2016

Como caerse en un pozo (Versus, parte I).

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Una vez, hace como quince años, conversando con Javier Bordon sobre el sitio preponderante como autor que tenía Héctor Oesterheld en la historieta argentina, coincidíamos en que desde nuestra experiencia como lectores nunca había tenido ese lugar. Surgieron, como suele pasar en estos casos, los nombres de otros guionistas y finalmente una comparación puntual con Robin Wood, más que nada sobre como concebía "la aventura" cada uno según lo que se podía leer en su trabajo. Igual no voy a desarrollar eso ahora, pero lo que sí quiero contar es que para ejemplificar por qué en principio él había sido un lector de Wood antes que de Oesterheld, Javier usó una analogía con la que me identifiqué bastante: dijo que la historieta era algo así como un territorio por el que transitaba y que estaba lleno de pozos, que podían ser obras o autores, "En el pozo de Wood me caí, en el de Oesterheld no" me acuerdo que dijo y más allá de lo trágica que parezca, siempre estuve de acuerd

Leer es jugar.

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Hay familias Billiken y familias Anteojito, a mí me tocó una familia Billiken. Tenía igual unas cuantas Anteojito que eran números antiguos heredados, aunque eso no viene al caso por ahora.   Lo cierto es que no hubo una compra constante de Billiken durante mi infancia y la de mis hermanas sino más bien compras intermitentes en diferentes momentos. La más duradera, aunque siempre con algunos huevos, fue la época en la que la revista publicaba Los Pitufos, la historieta de Peyo, puntualmente las historias El pitufo volador y Los pitufos negros, de las que quiero comentar solo dos cosas.   La primera es que yo ya conocía a los personajes por la serie de televisión, pero las historietas me gustaron mucho más. Los dibujos animados supongo que me divertían, pero las historietas me fascinaban y creo que la superioridad que encontraba en estas tenía relación directa con haber conocido antes la serie televisiva, porque lo que me causaba tanto disfrute en las historietas era la sensació

Dos adaptaciones.

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Nunca me entusiasmaron mucho las adaptaciones literarias a la historieta. Claro que hay malas, buenas, y excelentes pero en sí no me resultan atractivas, o al menos no me resultan más atractivas que una historieta original. De todos modos, si pienso en esto o si surge el tema por casualidad, hay dos casos que rescato de inmediato y que, aparte, se trata de dos historietas que siempre vuelvo a releer. La primera es Un mensaje imperial de Franz Kafka por Leopoldo Durañona. En este caso lo destacable es que el texto se reproduce entero, fragmentado a lo largo de las viñetas que componen las cuatro páginas pero sin ninguna síntesis con respecto al original. Se podría decir que no es en realidad una adaptación sino el propio relato de Kafka pero ilustrado "en forma de historieta". De hecho las imágenes de cada viñeta muestran casi redundando lo que el texto señala, sin embargo me resulta una obra genial en sí misma, como historieta y no como adaptación. Justamente porq